En una final vibrante, el suizo se impuso al español en cinco sets y obtuvo Gran Slam número 18 de su carrera.
Por Vito Amalfitano
Ni la carrera espacial tiene la capacidad de superar límites que atesora el deporte. Siempre aparece uno que pasa umbrales inalcanzables. El suizo Roger Federer se transformó en uno de esos deportistas. Más que un astronauta que supera fronteras del cielo, una estrella inalcanzable.
Con 35 años y medio y después de una inactividad importante por lesión, Federer se consagró campeón del Abierto de Tenis de Australia, uno de los mundiales del tenis, y nada menos que contra otro titán de esta disciplina como el español Rafael Nadal. Fue en en esta noche inolvidable en Melbourne, el amanecer en la Argentina, cuando Roger alcanzó al umbral mál alto que puede conseguir un deportista.
En lo que fue un duelo de gigantes, Federer se impuso en cinco sets , por 6-4, 3-6, 6-1, 3-6 y 6-3. Ambos jugaron un partido único e irrepetible, quizá el mejor del siglo y faltan 83 años para que se termine. Por la envergadura de los titanes que se enfrentaron, y por el alto nivel de tenis que alcanzaron.
Nadal con su resistencia acostumbrada y una zurda matadora que no estuvo ausente, pero esta vez lo de Roger fue demasiado.
Los ángulos que logró Federer, la manera en que pudo dominar la altura de la pelota a su antojo, superaron límites de asombro. Y todo su repertorio, el mejor bagaje del mejor tenista de todos los tiempos, lo condensó todo en el tercer set, que ganó 6 a 1 con los mejores puntos y golpes jamás vistos. Y después de una reacción de entereza y fuerza mental que le agrega otro condimento a ese nivel superlativo: en el primer game levantó tres break en contra (después de haber perdido el segundo set) con tres aces.
Federer no vencía a Nadal al mejor de cinco sets desde 2007. Ahora el suizo volvió de seis meses de inactividad y ganó su título 18 de Grand Slam, su 89 título general. Ostenta 314 triunfos en Gran Slams. Y es el máximo campeón de GS, con 18 por sobre los 14 de Nadal y Sampras que están segundos. Los números son escalofriantes, pero la magia de su tenis supera incluso esas marcas. La precisión de sus golpes llega a demostrar que el talento también puede emocionar.
Llegamos de River 2 Boca 0 y casi no dormimos. A las 5.30 empezamos a disfrutar a través de la televisión de este espectáculo inolvidable. Cuando el deporte es un regalo de la vida.